Mi #CogitoCartesiano (filosofía de René Descartes) ya no es «pienso, luego existo». Ahora es: «Siento, luego existo».
No he perdido la pasión por analizar, contrastar, profundizar, deducir y ampliar información o hechos. Pero los años me han llevado a darme cuenta que necesito preguntarme menos «por qué» y más «para qué».
Los «por qué» sirven para tener argumentos, para justificar algo, ampliar observaciones y darle explicaciones lógicas a una situación. Los «para qué» permiten dilucidar nuestros motivos, emociones y necesidades para tomar decisiones y ponernos en acción.
Creo que las justificaciones y explicaciones de los “por qué”, a veces pueden no ser más que palabrerío carente de conexión, claridad y a veces hasta lógica.
Como cuando alguien te dice que está estudiando algo que le genera enormes malestares o sacrificios y luego te dice que no se ve ejerciéndolo. O cuando alguien describe una lista de virtudes maravillosas de su pareja, pero no menciona (ni se siente) amor o conexión en esa relación.
¿De qué sirven todos los “por qué”, si al final hay vacío o no tiene sentido?
Por eso últimamente me pregunto: ¿Cómo me quiero conectar y que se conecte los otros en esto que voy a escribir, esto que voy decir (personalmente o en conferencia) o esto que voy a «vivir» en cualquier contexto o actividad?
¿Para qué lo voy a hacer? ¿Cómo me quiero sentir al hacerlo? ¿Qué quiero materializar?
¿Has visto que mis artículos y conferencias hoy van más en esta dirección?
Quienes comparten esa conexión con el «para qué», cada vez menos se permiten ir a lugares «por compromiso», «hacer algo por cumplir» o dar continuidad a una tradición o hábito, sólo porque siempre se ha hecho así.
Aclarar tu «para qué» dentro de ti, es encontrar tus propias razones «sentidas» y válidas para ser o estar, y no permitirte traicionarte a ti mismo(a) en tus verdaderas necesidades y prioridades.
El principio es simple: Si no lo sientes, no vibra contigo y mientras más actividades tengamos con las que no vibramos, más infeliz es nuestra vida.
Obviamente hay momentos donde no puedes elegir las actividades y es ahí donde te toca conectarte con el beneficio y el bienestar personal de hacerlas, así como con la decisión de renovar “pronto” la forma, para la próxima vez no repetirla.
Vivimos tiempos que demandan mucha velocidad, por eso pregúntate:
¿En la velocidad del día a día me vinculo con gente, situaciones o proyectos con los que no vibro, me atropello a mí mismo(a) en mi agenda, me pierdo la vivencia, se me escapa el espacio para crear / disfrutar o termino tan cansado(a) o estresado(a) que quiero que todo acabe rápido (incluso las celebraciones)?
¿Tiene sentido?
Todo tiene un «para qué» más trascendente de lo que en apariencia se ve. Así que cuando no puedas controlar tu presencia en alguna situación o con alguna persona, entonces procura comprender cuál es el «para qué trascendente» por el cual te tocó estar allí. Aprende, aprovéchalo y empieza a transformarlo…
No es filosofía profunda, es pregunta obvia, que por obvia la obviamos.
Que el «tengo muchas cosas por hacer», no te robe el: «para qué» haces lo que haces. Seguro asumirlo, te llevará a tomar decisiones difíciles (personales y profesionales), pero si no empiezas hoy, ¿cuándo?
¿Haces “click” con esto? Cuéntame cómo, en los comentarios de la página. Nos vemos en cada sueño por construir
Gabriel Ruda Pino – Conferencista Internacional
Instagram – Twitter – Facebook: @GabrielRudaPino