Venezuela (y el mundo en general) viven tiempos difíciles… ¡Eso ya lo sabemos!
Cada quien desde sus posibilidades y dificultades, desde sus pensamientos expansivos o restrictivos, desde su negación o determinación a moverse de territorio, enfrentará realidades inéditas para sí.
Cada uno de nosotros, desde nuestra terquedad inflexible o nuestra auto-maleabilidad sabia, desde nuestros «así debe / no debe ser», desde nuestras búsquedas de culpables o nuestra madura asunción de responsabilidades, confrontaremos nuestras complicaciones y/o facilidades.
Independientemente de la trinchera racional o emocional en la que estás tú o estoy yo, el desafío será «vivir la transformación” que sabemos que necesitamos y construir nuestras propias esperanzas basadas en esa transición que a veces nos es ampliamente racional, esquivamente emocional y difícilmente ejecutoria».
Asumámoslo:
Nadie escapará de vivir renuncias, de confrontar pérdidas, de tener que tomar decisiones trascendentes, de cuestionarse, de re-encuadrar sus prioridades, de asumir sus verdaderas necesidades, de aclarar sus afectos y de emprender nuevas acciones.
Creo que no será fácil para algunos y difícil para otros. ¡Sólo cambiará «el tipo y la magnitud de la dificultad que cada quien enfrentará». La buena noticia, es que tenemos libre albedrío de decidir si convertimos el aprendizaje del viaje, en plenitud o en suplicio. ¡Así es todo lo nuevo!
Esas dificultades, nos llevarán a enfrentar las palabras más importantes de la psicología y que tanto se han perdido en este mundo de buscadores de fórmulas mágicas y de pseudo psicólogos certificados en 3 meses que las prometen: PROCESO INTERNO.
Esta realidad es un «proceso», que estamos o que deberemos confrontar… «adentro».
Un proceso de auto-descubrimiento, de experimentación, de expiación, de sanación, de re-interpretación, de elección, de perseverancia con criterio, de fortalecimiento, de manejo del miedo, de búsqueda de respuestas a las dudas, de maduración y de alineación pensar-sentir-hacer, para encontrar la verdadera paz, a pesar de los cambios.
El proceso más difícil no será sólo el político (con sus desafíos de consciencia ciudadana y las complicaciones propias que generan los gobiernos mediocres).
El proceso de todos, será de tolerancia social, de consciencia financiera, de actualización profesional, de cambio familiar y por supuesto de orientación a la tecnología, entre muchos. ¡Pon sonrisa cómplice, si sabes que tienes tus temas pendientes allí!
¿Tienes claros tus retos en cada uno de estos rubros?
Ante tantos desafíos, las bases de la epistemología, gnoselogía, historiografía, filosofía, metodología e incluso de la recientemente manoseada ontología no serán suficientes para ser soporte de otros (o de nosotros mismos) ante lo que vivimos y viviremos. Menos con modelos que sólo explicarlos, ¡es complicado!
El reto no es de la mente solamente, es del corazón que quiere hallar su verdadero sentir, de las manos que desean saber por dónde empezar y del alma que necesita salir de su vacío espiritual, en un mundo donde paradójicamente cada vez hay más religiones, rituales y filosofías.
En ese sentido, si me preguntan cuál es primer desafío de los psicólogos en este momento, diría sin titubear: «Incrementar la amplitud y “congruencia” de nuestros conocimientos y simplificar su aplicación, transmisión y vivencia, sin banalizarlo». ¡Vaya desafío!
La realidad tiene rato bajándonos del pedestal de los constructos teóricos que se ufanan de sus años de confección, su lenguaje inmaculado y nos pone en una posición en la que deberemos convertir el conocimiento, en un producto más asimilable, más práctico, más pleno y creo que hasta más irreverente.
Lamentablemente, no se trata tampoco de irnos al extremo de las redes sociales, donde se convierten el conocimiento psicológico en meras frases «cliché», a veces de héroes globales, empresarios, deportistas, artistas, figuras históricas o autores clásicos.
Creo que la tristeza, la frustración, la confusión, la rabia y el miedo, metafóricamente requieren el «antibiótico» que nos ayude a trabajar el problema de raíz de cada ser. No obstante, también necesita «analgésicos» que mitiguen un poco el dolor inmediato. ¡Los dos son vitales en los procesos terapéuticos o consultivos que vivimos (con o sin terapeuta / asesor)!
Para lograr ese coctel, a los psicólogos nos tocará lograr ser unos eclécticos reales, profundos, prácticos, pero especialmente consumidores de lo que compramos, para poder decir con certeza, análisis crítico y propiedad, qué, cómo, cuándo y para quién sirve qué…
Eso si, enfatizo con todo respeto, que «ser ecléctico no es sólo coleccionar una ensalada de conocimientos, cursos, modelos y abordajes, como si se tratara de completar fotos del Album de Panini».
Es vivir cada uno de ellos, para que podamos afirmar como dice mi papá: «Cuando digo que la vaca es negra, es porque tengo los pelos en la mano».
¡Sé que de esta crisis mucho saldrán fortalecidos en mi amada Venezuela y en nuestra hermosa y convulsionada América, para re-construirlas de una mejor manera!
Si pudo salir fortalecida Europa luego de la masacre del holocausto, el hambre, el desempleo y la destrucción de los bombardeos, no tiene por qué ser distinto en este lado del planeta. Más con las facilidades que aporta el mundo actual y que a mediados del siglo pasado ni soñábamos tener.
Eso si, sólo se puede salir de ella con «consciencia». Y no me refiero al término moral, de “ángeles” y “demonios” peleando por controlarnos a cada lado de la cabeza.
Me refiero a esa consciencia que aumenta nuestra «capacidad de darnos cuenta», de analizar más allá de lo evidente, de despertar del automatismo, de descubrir qué talentos tenemos y ver cómo podemos contribuir colectivamente con eso que somos.
Además, hacer congruente en nosotros, eso que le pedimos al mundo que haga o deje de hacer, bien en nuestra jerga diaria o en nuestras asesorías, terapias o consultorías.
Así, antes de despedirme, las preguntas que compartiría contigo como colega psicólogo(a) ante esto son:
¿Yo realmente estoy emprendiendo mis transformaciones racionales, emocionales y ejecutorias (de acción) en mis desafíos o las estoy evadiendo?
¿Yo realmente estoy siendo flexible para aprender nuevas maneras de abordar la realidad?
¿Yo me estoy planteando cómo simplificar mis abordajes para que realmente haya logros equilibrados entre «antibiótico» y «analgésico» en mis asesorados?
¿Yo realmente me preocupo porque los que me contratan logren «resultados»?
¿Me doy el espacio para cuestionar mis creencias más profundas y verifico a diario si su aplicabilidad tiene sentido para mí o para la gente que acude a mí?
¿El conocimiento del que dispongo, realmente me lleva a una vida más feliz?
No sé cuántos, pero hay muchos más cuestionamientos que podríamos hacer(nos), aunque creo que con estos tenemos suficiente trabajo por ahora.
En un momento como este, es cuando más los psicólogos debemos estar presentes y no necesariamente lo estamos con el protagonismo que se necesita y que merecemos.
Necesitamos derrocar la «equivocadísima creencia» de que los psicólogos son para los locos (que sabemos que somos todos en alguna medida), que las terapias psicológicas son demasiado largas o complejas o que pagar terapia, asesoría o consultoría psicológica es un lujo. Más cuando ambos sabemos que una mente repotenciada, puede incluso fortalecer la salud, la vitalidad y especialmente la productividad del bolsillo…
Retomemos como gremio la relevancia que tenemos. No basta para lograrlo, simplemente ser más “pro marketing” que otras neo-profesiones “similares”. Necesitamos hacer una transformación en lo que somos como individuos y lo que ejercemos como profesionales, para que realmente se repotencie la presencia social de nuestro gremio…
Independientemente del acento que tengamos y de nuestra posición geográfica. Todos tenemos desafíos de transformación y cada uno se ha paseado por los suyos… ¡Movámonos!
Feliz viaje dentro de la consciencia propia o ajena. Que el viaje reflexivo o proyectivo, sirva para vivir con la mayor plenitud posible al final de cada proceso.
Abrazos colegas. Feliz 22 de noviembre, día del psicólogo en Venezuela.
Cariño fraterno también a quien me leyó hasta el final, aunque no sea psicólogo(a). 🙂
Gabriel Ruda – Psicólogo – F.V.P. 5801
Conferencista Internacional
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